En el término de Armallones, en la margen izquierda del Tajo, se encuentra el Hundido de Armallones, espectacular desprendimiento de una ladera de la hoz del Tajo como consecuencia de un gran temporal en el s.XVI.
Desde la orilla derecha, que pertenece a Ocentejo, se pueden apreciar los efectos todavía visibles casi 500 años después.
Los vecinos de la época declararon al rey en las Relaciones de Felipe II (1568) que el río se quedó seco durante varios días al bloquearse el lecho del mismo con las grandes piedras caídas, auténticos tormos que aún permanecen en el lugar y dan nombre al paraje Estrecho de la Tormellera.
Este suceso fue precedido por un gran estrépito escuchado en el pueblo, tal parecía que se acabara el mundo. Unos carreteros que llevaban lana con sus bueyes aprovecharon para cruzarlo a toda prisa por el vado según quedó seco, otros pocos aprovecharon para coger las truchas que quedaron en los charcos, pero otra mucha gente temiendo una gran crecida repentina al quedar el cauce expedito subió a los cerros para protegerse, aunque al final no se produjeron más percances.