El problema de los conquistadores españoles en el viaje de regreso desde las islas Malucas a América se refiere a las dificultades y sufrimientos que enfrentaron los marineros y colonos españoles durante el viaje de regreso de las islas Malucas, en el sudeste asiático, a América en el siglo XVI.
El viaje de regreso era especialmente peligroso debido a las tormentas tropicales, las corrientes marinas adversas y la falta de provisiones. Muchos barcos se hundieron o sufrieron graves daños, y los supervivientes a menudo se vieron obligados a subsistir con poco alimento y agua. Además, los barcos estaban sobrecargados con productos valiosos, como el clavo y el caucho, lo que los hacía más propensos a naufragar.
Después de la primera vuelta al mundo realizada por Magallanes y ElCano entre 1519 y 1522. La Expedición de Loaysa fue una misión de exploración y colonización española liderada por el gobernador de las Filipinas, Gonzalo de Sandoval, en 1526. La expedición fue encargada por el rey Carlos I de España, también conocido como Carlos V, para explorar la costa oeste de América del Sur en busca de una ruta hacia las rutas comerciales de Asia y para establecer colonias en las tierras encontradas. La expedición estaba compuesta por tres naves: la Santiago, la San Lucas y la Santa María de Gracia, y contaba con una tripulación de unos 200 hombres, incluyendo soldados, marineros y religiosos. El líder de la expedición era Gonzalo de Sandoval, quien había servido anteriormente como gobernador de las Filipinas. En esta expedición fallecería Elcano en el Pacífico.
La expedición zarpó de las Filipinas en junio de 1526 y navegó hacia el oeste, pasando por las islas de las Marianas y las Carolinas antes de llegar a la costa de América del Sur en octubre de ese año. Allí, los expedicionarios desembarcaron y establecieron una base en la costa, que llamaron «Santiago de la Buena Esperanza». A partir de allí, los expedicionarios comenzaron a explorar la costa y a establecer contacto con las comunidades indígenas. Descubrieron una gran variedad de animales y plantas desconocidas y recolectaron informes sobre las costumbres y la cultura de los indígenas. Sin embargo, la expedición también se enfrentó a varios problemas, incluyendo enfermedades, conflictos con los indígenas y problemas logísticos.
En diciembre de 1526, Gonzalo de Sandoval decidió regresar a las Filipinas debido a la falta de provisiones y a la dificultad de establecer contacto comercial con las comunidades indígenas. La expedición regresó a las Filipinas en febrero de 1527, con poco más de la mitad de la tripulación original.
En 1528, el conquistador y navegante Álvaro de Saavedra recibió la misión de volver a intentar el tornaviaje y encontrar así una ruta segura para regresar a la costa oeste de América del Sur desde las islas Molucas. a expedición estaba compuesta por dos naves: La Victoria y la San Lesmes, y contaba con una tripulación de unos 80 hombres, incluyendo soldados, marineros y religiosos. El líder de la expedición era Álvaro de Saavedra, quien había servido anteriormente como piloto en la expedición de Loaysa.
En mayo de 1529, Álvaro de Saavedra decidió regresar a las Filipinas debido a la falta de provisiones y a la dificultad de establecer contacto comercial con las comunidades indígenas. La expedición regresó a las Filipinas en julio de 1529, con poco más de la mitad de la tripulación original.
Habría que esperar hasta 1565 para encontrar la tan ansiada ruta comercial viable entre Filipinas y México. Esta vez, la expedición estaba compuesta por cinco naves: La San Pedro, La San Pablo, La San Juan, La San Lucas y La Santiago, y contaba con una tripulación de unos 250 hombres, incluyendo soldados, marineros y religiosos. El líder de la expedición era Miguel López de Legazpi, quien había servido anteriormente como gobernador en la Nueva España y Andrés de Urdaneta, un navegante experimentado que había participado en la expedición de Loaysa. La expedición fue encargada por el rey Felipe II de España para establecer una ruta de comercio entre las Filipinas y México y para establecer colonias en las tierras encontradas y fue liderada por los conquistadores Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta en 1564-1565.
La expedición zarpó de la isla de San Lúcar de Barrameda, en España en noviembre de 1564 y navegó hacia el oeste, pasando por las islas Canarias y las islas Carolinas antes de llegar a las Filipinas en febrero de 1565. Allí, los expedicionarios desembarcaron en la isla de Cebú y establecieron una base temporal llamada Villa de San Miguel. A partir de allí, los expedicionarios comenzaron a explorar las Filipinas y establecer contacto con las comunidades indígenas. Descubrieron una gran variedad de animales y plantas desconocidas y recolectaron informes sobre las costumbres y la cultura de los indígenas. Legazpi estableció relaciones amistosas con las principales tribus y logró establecer una base en la isla de Luzón, llamada Villa de San José.
Andrés de Urdaneta, por su parte, logró descubrir una ruta de vuelta hacia México, navegando contra los vientos alisios, lo que permitió establecer un comercio entre las Filipinas y México. La expedición regresó a México en 1565 con una gran cantidad de especias y productos de las Filipinas. A pesar de tener una tripulación experimentada y un buen barco, el San Juan se vio afectado por una serie de desastres, incluyendo un incendio a bordo, una mutua y una tormenta tropical. Solo 18 de los originales 240 tripulantes sobrevivieron para regresar a España.
La ruta comercial, conocida como la ruta del galeón de Manila, se estableció así en 1565 cuando la expedición de Legazpi-Urdaneta logró establecer una ruta segura entre las Filipinas y México. Los barcos de Manila eran construidos en España y eran enviados a las Filipinas para cargar con especias, productos de la seda, productos textiles, porcelana, objetos de oro y plata, entre otros productos valiosos. Una vez cargados, los barcos navegaban hacia Acapulco, México, donde se descargaban y se intercambiaban los productos asiáticos por productos americanos, como plata y otros metales preciosos.
La ruta del galeón de Manila era muy peligrosa debido a las tormentas tropicales, las corrientes marinas adversas y los ataques de piratas. Sin embargo, era muy rentable debido a la gran cantidad de productos valiosos que se transportaban. La ruta del galeón de Manila se convirtió en una de las principales rutas comerciales de la época y contribuyó significativamente al desarrollo económico de España y a la formación de una economía global. Por ejemplo, una expedición que tuvo problemas fue la del galeón Nuestra Señora de la Concepción, que zarpó de las islas Malucas en 1595 con un cargamento valioso de especias y oro. A pesar de tener una tripulación experimentada y un buen barco, el Nuestra Señora de la Concepción sufrió varios desastres, incluyendo un incendio a bordo y un naufragio. Solo 11 de los originales 243 tripulantes sobrevivieron para regresar a España.
La falta de provisiones también fue un problema para los viajeros. Los barcos no podían llevar suficientes víveres debido a la carga valiosa que transportaban y a menudo se veían obligados a depender de la pesca y de la recolección de frutas y vegetales en las islas que encontraban a lo largo del camino. Los marineros también se enfrentaron a enfermedades graves, como el escorbuto, debido a la falta de vitamina C en su dieta.
El comercio del galeón de Manila también tuvo un gran impacto en la cultura y en la historia de las regiones a lo largo de la ruta. Por ejemplo, en las Filipinas, el comercio del galeón de Manila contribuyó a la formación de una sociedad mestiza y al desarrollo de una cultura mestiza. En México, el comercio del galeón de Manila contribuyó al desarrollo de la ciudad de Acapulco como un importante puerto comercial.
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Texto generado por chatGPT Jan 9th, 2023 version