Introducción
En un mundo de oscuridad, como es el del interior de la colmena, la percepción de sustancias químicas, junto con las mecánicas, se hacen imprescindibles para la comunicación.
El más primitivo de los sentidos es la percepción de moléculas químicas en el ambiente. Es decir el olfato y el gusto. Si la percepción es a distancia, las moléculas llegan al receptor disueltas o en suspensión en el aire, en baja concentración hablamos del sentido del olfato. Este está relacionado con el reconocimiento del grupo, defensa, protección y alimentación de la cría, reproducción y búsqueda de comida.
Si la percepción de las moléculas químicas generalmente en mayor concentración, es por contacto entonces se conoce como gusto y esta íntimamente relacionada con la selección del alimento.
El sentido del gusto de las abejas parece ser menos sensible que el de otros insectos. Existen sabores, como el amargo, que no son detectados por las abejas. Así como concentraciones de una solución azucarada al 2%, que para nosotros es francamente dulce, no es distinguido del agua pura por las abejas. Las mariposas, por ejemplo utilizan néctares de concentraciones de azúcar muy débiles que son despreciados por las abejas.
Esta baja sensibilidad ante una concentración baja de azúcar, es debido a que el néctar recolectado por las abejas debe de tener una gran cantidad de azúcar, pues en otro caso no resulta susceptible de transformarse en miel y conservarse durante el invierno.
En el sabor del néctar hay algún tipo de información que se transmite de las pecoreadoras que vuelven del campo a las abejas receptoras. Este mecanismo es importante para alertar sobre la existencia de fuentes de alimentos con una alta concentración de azúcar en el néctar.
Generalmente los receptores del gusto se encuentran como pelos muy finos (sensilios tricoideos) situados en la cavidad bucal, aunque parece que también se pueden encontrar en los tarsos.
El sentido del olfato es, quizás el más importante para las abejas sobre todo dentro de la colmena donde se encuentran prácticamente a oscuras, pero también fuera de ella.
En las abejas los quimiorreceptores responsables del olfato se encuentran principalmente en sus antenas tanto en forma de pelos olfativos, como formando unas estructuras microscópicas llamadas placas porosas. Cada placa tiene una ranura alrededor de su borde y cubre un grupo grande de células sensoriales.
Son capaces de captar diminutas partículas de materia que viajan por el aire. Se estima que hay cinco o seis mil órganos placa sobre el flagelo de la antena de la obrera, dos o tres mil en la reina y posiblemente treinta mil en el zángano (ya hemos hablado de la importancia de que el zángano “huela” a la reina). La antena se encuentra recorrida internamente por un nervio doble que procede directamente del cerebro.
El olfato, el tacto y el oído son sentidos muy importante para las abejas (Apis mellifera), porque en la completa oscuridad de la colmena tienen que reconocer e interpretar las señales de la reina y de sus compañeras, además son sentidos muy importantes también en el ambiente exterior de la colmena.
EL OLOR
La capacidad de oler de la abeja es grande, alrededor de 10 veces más aguda que el olor de los seres humanos y 3-4 veces más que el perro. Puede detectar a partir de largas distancias diminutas aromas en el aire.
Para la identificación y la búsqueda de fuentes de alimento, las abejas primero utilizando el olfato, después de la visión, y luego los otros sentidos. En viajes que recoge el néctar, el sentido del olfato juega un papel más importante con un porcentaje que supera muchas veces 80% en otros sentidos.
Estas placas olfativas están en forma de placas llamadas sensilias, son en número de 3.000 por antena en la reina que las utiliza para detectar el olor de la colonia; de 3.600 a 6.000 en la obreras que detectan las feromonas de la reina, de la cría y el olor del polen y néctar; 30.000 en los zángano para detectar las feromonas de la reina. 3.000 en las trabajadoras y recolectoras, 1.600 en la reina , mientras que los zánganos llegan a la increíble número de 30.000 placas.
Cuando una abeja pica, libera una feromona de alarma (olor a plátano) lo cual, atraerá a sus hermanas para la misma acción.
LOS USOS DE LA FEROMONA DENTRO DE LA COLMENA .-
Aparte de encontrar alimento tiene otra misión igualmente importante utilizada por las abejas en las tres castas (la reina, trabajadora, zánganos)…
La seguridad de cada población de la colmena está basada únicamente en el olor de las abejas, guardianas situadas en la entrada. comprueban en primer lugar con el olor, y luego por la vista, y finalmente tocan a cada abeja que se posa en el tablero de vuelo para entrar en el interior de la colmena.
Si ellas no reconocen el olor tan familiar, a continuación, advierten a la abeja extranjera tomando una postura agresiva con dos patas levantadas y despegan las piezas bucales, si las abejas extraña no se va , entonces la abeja guardia la atacará con la picadura.
Una contraseña para cada abeja al entrar y salir del olor particular que es de cada celda. No se parecen entre sí, teniendo cada una un olor diferente detectada por las abejas en la misma colmena.
Esto es bueno porque no puede entrar sin control alguno de abeja en cada celda que queda por delante. De esta manera también pueden alejarse de la propagación de enfermedades, sino también evitar el saqueo (pillaje) , que a menudo son devastadoras para muchas colmenas y colmenares……
LA REINA Y SU FEROMONA
Las nuevas reinas vírgenes producen un olor específico denominado feromona de apareamiento para atraer a los zánganos durante el apareamiento de vuelo. Los investigadores y los apicultores afirman que los zánganos producen pequeñas cantidades de feromonas durante su lanza para ayudar a los demás zánganos a pulular la zona, pero las reinas, para identificar rápidamente las partes que son cientos de ellos.
Las ventanas de las tapas de cada célula es de salida y el olor del interior de la célula. Esto ayuda a las abejas que regresan de la recogida por su olor, encontrando cada una su propia celda, y la nueva residencia creada después de un enjambre, y no tener equivocaciones. En los seres humanos esta feromona huele a limón……
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Cuando una abeja pica, se libera un olor, llamada feromona de alarma para advertir y otras abejas de la colmena de riesgo. La feromona de alarma (tiene olor a banana) y atrae a otras abejas que siempre vienen a defender su colmena.
El olor esta feromona queda en la ropa, cuando pica la abeja en el mono o en la ropa o cuerpo, etc., se debe enjuagar con un poco de agua lugar, para borrar el rastro porque de lo contrario nos arriesgamos a que nos piquen en la misma parte del cuerpo otras abejas que sentirán en el punto de olor restante de feromona de alarma….
El mantenimiento de la cohesión de la colonia debido a otra feromona que conduce a la reina varios nombres, feromona real, esencia real , feromona de cohesión y otros. La feromona cohesión impartida por contacto de las abejas de la abeja de la miel y por lo tanto es percibido por la presencia continua de la reina en toda la colonia.
Olor de grupo
El olfato tiene un papel importante en la defensa de la colonia frente a extraños. Ya que todos los individuos de la misma colmena pueden reconocer su propio olor y no mostrarse agresivos entre ellos. Pero sí abejas procedentes de otra colmena se introducen de forma súbita en una colmena, esto lleva a la lucha entre obreras y la muerte de muchas de ellas de uno y otro bando.
Por eso cuando se pretenda introducir una reina en una colmena huérfana, o fortalecer una colmena con aporte de abejas procedente de otra más fuerte, deben de mantenerse separadas por medio de papel de periódico, que ellas irán rompiendo poco a poco, de forma que los olores de los dos grupos se vayan mezclando.
También conviene rociar las abejas introducidas, con agua con azúcar, a fin de que se laman y vayan acostumbrándose a su olor. Esto también debe de ser tenido en cuenta a la hora del manejo de las colmenas, procurando acercarse a las mismas sin perfumes cosméticos que puedan alterar su conducta.
Lo mismo sucederá con abejas que individualmente lleguen por la piquera por acción de la deriva a una colmena ajena. Las abejas guardianas situadas en la piquera las huelen y si no reconocen el olor del grupo, las obligan a marcharse y acaban matándola y arrojándola fuera. Parece ser que solo si la intrusa viene con carga de néctar o polen, la guardiana permite el paso.
Este es un comportamiento natural que evita el pillaje entre colmenas. Este olor es segregado por la glándula de Nasanoff situada en la parte dorsal del abdomen. Los machos al no tener esta glándula no tienen olor propio lo que facilita su aceptación por las obreras de cualquier colmena, ya que no le identifican como un extraño.
Fuente; The Open Entomology Journal, 2014